El placer de escribir y dibujar con un lápiz clásico depende en gran medida de que esté bien afilado. ¿Pero dónde es el mejor lugar para guardar un afilador para que esté siempre a mano? El lápiz perfecto proporciona una respuesta simple pero elegante: justo donde se necesita, en el lápiz mismo, incorporado en la tapa protectora que también sirve para extender el lápiz en uso. Con el borrador reemplazable debajo de la tapa lateral, tiene todo junto en una forma idealmente compacta y siempre lista para usar: para escribir, corregir y afilar.